La presión arterial es la presión que ejerce la sangre contra la pared de las arterias. Tradicionalmente la medición de dicha presión se ha llevado a cabo mediante la utilización conjunta de un fonendoscopio y un esfigmomanómetro (véase la Figura 1). Sin embargo, a día de hoy se utilizan fundamentalmente tensiómetros automáticos o baumanometros . Para realizar su medida se recomienda que el sujeto permanezca relajado, en una habitación tranquila y con temperatura confortable. El punto habitual de su medida es el brazo.
También puede utilizarse un manómetro aneroide. La presión arterial se expresa normalmente en milímetros de mercurio (mmHg) sobre la presión atmosférica.
Los valores normales de presión arterial varían entre 90/60 y 130/80 mmHg. Valores por encima de 140/90 mmHg son indicativos de hipertensión o presión arterial alta y por debajo de 90/60 son indicativos de hipotensión o presión arterial baja. Estos valores dependen de la edad (se incrementan con el envejecimiento)[1] y del sexo (son menores en las mujeres).[2] También hay que señalar que estos valores no son constantes a lo largo del día (véase la Figura 2), sino que presenta una gran variabilidad. Los valores más bajos se registran durante el sueño.[3]
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